Historia y características del traje de fallera del siglo 19

Introducción

El traje de fallera es una de las prendas más emblemáticas de la Comunidad Valenciana, especialmente asociada a las fiestas de las Fallas. En este artículo, exploraremos la historia y las características de este vestido tradicional, centrándonos en su evolución durante el siglo 19.

Orígenes del traje de fallera

La influencia de la indumentaria valenciana

El traje de fallera tiene sus raíces en la indumentaria tradicional valenciana. Durante el siglo 19, las mujeres de la burguesía valenciana comenzaron a utilizar vestidos inspirados en la moda de la época, pero adaptados al estilo regional. Esta fusión de influencias dio lugar al traje de fallera.

El traje se caracterizaba por su gran complejidad y abundancia de detalles, como bordados, encajes y adornos de seda. Además, también incluía elementos propios de la indumentaria tradicional valenciana, como el corpiño ajustado y la amplia falda.

Es interesante destacar que, a medida que las Fallas se popularizaban, el traje de fallera adquiría un papel protagonista en las festividades y se convirtió en un símbolo de la identidad valenciana.

Los cambios en el siglo 19

A lo largo del siglo 19, el traje de fallera experimentó algunos cambios significativos. En sus inicios, el vestido era de corte recto y sin pliegues, pero a medida que avanzaba el siglo, se introdujeron las famosas «flores» o «plegues» en la falda, que le daban el volumen característico.

Estas flores se creaban mediante pliegues del mismo tejido y se sujetaban firmemente con alfileres.

Otro cambio importante fue la introducción de la mantilla, que se convirtió en un elemento imprescindible del traje de fallera a mediados del siglo 19.

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La mantilla era un velo largo y transparente que se colocaba sobre la cabeza y se sujetaba con una peineta. Este accesorio daba una elegancia especial al traje y se consideraba un símbolo de distinción.

Características del traje de fallera del siglo 19

El corpiño

El corpiño del traje de fallera del siglo 19 era ajustado al cuerpo y generalmente se confeccionaba en terciopelo o seda.

Era común verlo decorado con bordados y encajes, que le daban un aspecto lujoso. Además, solía estar adornado con botones, lazos o broches.

Mujer con traje tradicional de fallera

El corpiño se ajustaba mediante corchetes o cordones en la espalda, lo que permitía que se adaptara perfectamente al cuerpo de cada mujer. También contaba con mangas largas y ajustadas, que en ocasiones llevaban volantes o encajes.

La falda

La falda del traje de fallera del siglo 19 era amplia y se componía de varias capas de tela.

La parte inferior de la falda solía ser de seda, mientras que las capas superiores eran de tejidos más ligeros, como el algodón o el lino. Estas capas se colocaban en forma de «faldones», que aportaban volumen y movimiento al vestido.

La falda también contaba con los famosos «plegues» o «flores«, que le daban ese aspecto abultado y característico del traje de fallera. Estos pliegues se hacían a mano y solían ser de color contrastante con el resto del vestido, para resaltar aún más el volumen.

La mantilla

La mantilla era un complemento esencial del traje de fallera en el siglo 19. Se trataba de un velo largo y transparente que se colocaba sobre la cabeza y se sujetaba con una peineta.

La mantilla se confeccionaba en seda o encaje y podía ser de diferentes colores, aunque el negro era el más común.

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Este accesorio se coloca de forma que cubre los hombros y parte del pecho, aportando elegancia y distinción al conjunto. La mantilla se combinaba con un peinado elaborado, que solía incluir rizos y trenzas recogidas en la parte posterior de la cabeza.

Conclusión

El traje de fallera del siglo 19 es un claro ejemplo de la evolución de la moda y de cómo una prenda puede convertirse en un símbolo de identidad.

A través de los cambios y transformaciones que experimentó durante este siglo, el traje de fallera se convirtió en una indumentaria única y emblemática de la Comunidad Valenciana.

Hoy en día, el traje de fallera sigue siendo una parte importante de las tradiciones valencianas y continúa impresionando por su belleza y elegancia.

Es un vestido que representa la historia y la cultura de la región y que se mantiene vivo gracias a las fiestas de las Fallas y al amor y cuidado de quienes lo siguen vistiendo.